Que vaya por delante que soy un defensor de Samuel Eto’o desde siempre, desde el primer día que llegó me encantaba esa ambición que le lleva a querer siempre más y más, un jugador inconformista que nunca tendrá suficiente a la hora de ganar títulos tanto colectivos como individuales. Cierto es que de ese egoísmo se ha beneficiado el Barcelona, pero como he comentado alguna vez, siempre hay excepciones, y hoy lo ha sido.
Ante el Mallorca se ha perdido un partido sin historia, sin trascendencia, pero podría haberse producido otro resultado si el camerunés, y ojo, todo el equipo, hubiesen tenido otra actitud en el día de hoy.
No es Eto’o un jugador de sangre fría, todo lo contrario, demasiados años lleva en España Samuel como para no saber que siempre dice y hace lo primero que le viene a la cabeza. Y ese ha sido el problema de hoy. Porque hoy no han sido palabras sino hechos los que han constatado que Samuel es un delantero de anticipación, presión, potencia y velocidad, pero no lo es tanto de clase y definición.
También se ha de criticar al equipo y/o al entrenador, porque no solo Eto’o se juega la bota de oro, Cáceres y Hleb se juegan su credibilidad y confianza, y Bojan ahora dispone de los minutos que no tenía antes. Apuesto a que de las 5 ocasiones claras de Eto’o, el joven Krkic hubiese enchufado alguna.
Que conste que el cabezazo que metió en la red Samuel, era el más complicado de todas las ocasiones. Así es Eto’o.
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