Última edición de la copa de la UEFA, por lo menos con el formato que conocemos, y primer título continental de su historia para los Ucranianos. Los equipos de la antigua URSS, parece que le tienen tomada la medida a esta competición.
Un torneo, la UEFA, que cambia su formato de nuevo para intentar despertar de su letargo, algo parecido al Eurovisión televisivo. No llama la atención, y aunque a última hora los más creyentes se pegan al televisor, no tiene el prestigio y tradición de antaño. Desde que los 4 primeros de las ligas importantes se clasifican para la Champions, esta competición ha ido cayendo año tras año en barrena.
Un partido que se esperaba, típico de final. Muchos nervios, algunos errores decisivos que decantaron el trofeo, pero igualdad.
Los Ucranianos apostaron por un ataque totalmente brasileño, con Jadson, Luiz Adriano, Ilsinho, Fernandinho y Willian comandando las operaciones ofensivas, y el internacional polaco Lewandowski como enlace con la defensa. Un equipo rápido y habilidoso que pondría en problemas la poca movilidad de los alemanes.
Los de Bremen, confiaban en su mayor experiencia y empaque como bloque, dándole muchísima importancia a la definición arriba de Pizarro y el sueco Rosenberg, protegiendo bien el balón sin complicaciones y haciéndolo llegar lo más rápidamente a las posiciones de ataque.
Pero los primeros en dar un golpe sobre la mesa fueron los de Lucescu, marcando en el minuto 25 tras aprovecharse Luiz Adriano de la lentitud de la defensa, entrar por en medio de los centrales y picarle suavemente la pelota por alto al portero. Golazo.
No tardó el Werder en igualar la contienda, ya que 10 minutos después, en un saque directo desde la frontal del área, Naldo enviaba un potentísimo chut al centro de la portería, que Pyatov, en un gran error, no acierta a blocar (o despejar) y se le escurre de las manos hacia dentro de la portería.
Todo igual y sin historia, nervios, una final, como no.
El Werder salía en la segunda parte con los argumentos que le habían dado el empate, buscando faltas cerca del área y queriendo aprovechar su mayor poderío físico. El Shakhtar, con rápidas combinaciones pero que ya no hacían tanto daño a los verdiblancos, seguía con la misma idea del comienzo.
Y así se llego a la prorroga, y esta se decidió como casi siempre, por un detalle. No se llegó a la tanda de penaltis porque en el minuto 97 lo quiso Srna y le ayudó Wiese. El gran lateral-extremo croata centró un gran balón raso desde la banda para que Jadson la tuviese perfecta desde la frontal del área pequeña. Como si no se lo creyese, lanzó un balón suave, raso y centrado que Wiese debería haber parado. Pero al portero se le ablandaron las manos y desvió pocos centímetros el balón, insuficientes para evitar el gol que daría la victoria a los Ucranianos.
Campeones, lluvia de prestigio para algunos jugadores que por calidad estarán en otro sitio el año que viene, como el capitán Darijo Srna, o el medio Fernandinho. El croata ha tenido que llevarse esta final para consagrarse y ganarse ese prestigio, que merecido desde hace temporadas, hará que grandes clubes vayan a por él este verano.
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